Posiblemente hayan oído hablar tanto de esa energía que alimenta nuestro cuerpo sutil o astral que piensen que poco les queda por leer.
La verdad es que entender cómo funciona y de donde proviene esa energía no es sencillo, al menos no es fácil de asimilar el concepto y no es de ahora. Nuestros ancestros denominaron éter a ese quinto elemento, ese fluido sutil e invisible que se supone llena todo el espacio y es el soporte de las ondas físicas, no andaban desencaminados, su percepción sin duda estaba menos alterada y más limpia que la nuestra.
He dedicado los últimos años de mi vida a estudiar esta energía e intentar entender cómo reacciona, me considero un investigador de las energías telúricas, me ayudo de la telerradiestesia para sacar mis conclusiones y son demasiadas las evidencias que me ayudan a seguir y no rendirme ante la ardua tarea.
Para evaluar algo se hace necesario el poder medirlo para poder constatar las diferentes variables, sin embargo esto no resulta sencillo ¿Cómo se puede medir algo sutil que no ha sido detectado ni reconocido por la ciencia?
Hay que trabajar mucho con el inconsciente para conseguir respuestas a través del mismo, en eso consiste la radiestesia y la telerradiestesia es lo mismo pero te permite ir un paso más allá al no existir la barrera de la distancia o la presencia en el lugar, algo complicado de entender, pero que sin embargo algunas personas ejercitan a diario.
Hemos de partir de la base de que Gaia, nuestro planeta, nuestra madre Tierra, es un elemento vivo que nos cobija, ella regula esa energía sin la cual no habría vida. Aunque se la denomina de diversas formas esto no significa que hablemos de distintas energías, tan solo hay una energía, no existen la buenas energías y las malas energías, solo hay una y es buena, otra cosa es que existan entidades energéticas malignas, que se nutren de esa misma energía, podríamos hablar de ondas de forma negativas y positivas, de radiaciones negativas naturales y artificiales, pero cuando hablamos de la energía sutil, la energía universal, orgón, rejilla energética, ... la energía que movemos con el Reiki o cualquier otro método, siempre hablamos de esa misma energía que además de regular la vida en el planeta, conforma nuestro cuerpo energético y aunque este tiene cuatro campos distintos, espiritual, vital, mental y emocional, todos ellos se regulan a través de una misma energía, posiblemente una radiación ultramicroscópica que por suerte aún no ha sido descubierta por la ciencia y digo esto porque estoy convencido de la necesidad que tenemos de ella para preservar nuestra existencia. La ciencia como todo en esta vida es demasiadas veces manipulada por el dinero, el poder experimentar con esta energía intentando convertirla en un arma destructiva o simplemente apartarla de un lugar del planeta para compensar otro, sería sin duda nefasto, al menos eso es lo que pienso.
La energía se mueve siempre rotando en sentido antihorario, hay lugares en La Tierra donde esta energía se diluye por efecto de la presencia de otras radiaciones y otros en los que esta energía se hace mucho más densa, la energía del planeta se regula a través de los vórtices energéticos, que son columnas de energía, que intuyo, atraviesan el planeta, estos vórtices que curiosamente surgen sobre una geopatía sirven para recargar nuestro cuerpo energético, es la forma natural que nos brinda Gaia para restablecer nuestros niveles de forma natural a través de los chacras, que son la puerta de acceso a nuestro cuerpo energético.
Existen métodos y formas capaces de alterar la densidad energética de un lugar o una persona, fijaos que hasta la ciencia, que no reconoce la existencia de esta energía, deja en muchos hospitales que se aplique Reiki a pacientes con cáncer porque existe la evidencia de la mejora, que al menos en los efectos secundarios producidos por el tratamiento es palpable, también lo es en los estados de estrés, inflamaciones, dolores, procesos víricos, etc. y es que nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo etérico van de la mano y me atrevería a afirmar que también van de la mano del planeta, al igual que todo lo que vive sobre él, por eso considero de vital importancia el mantenernos armonizados con el lugar en el que vivimos.
Algunos radiestesistas utilizamos una medida mental y abstracta, una medida que sirve para que el inconsciente nos pueda aportar una respuesta cuando intentamos saber si la energía fluye en mayor o menor densidad en una persona o en un lugar, hablo de las unidades Bovis (UB), según esta escala mental, el planeta vibra entre las 7000 y 8500 UB en los lugares neutros, que son aquellos que no están afectados por una alteración telúrica, a esta vibración energética la denominamos calidad biótica. Los seres humanos deberíamos vibrar energéticamente sintonizando y en armonía con el lugar que hemos elegido para vivir, esto significa que alguien que resida en Madrid capital, donde por zonas contamos con una calidad biótica de 7600 o 7800 UB, debería mantener esos niveles en su cuerpo energético y tener todos sus chacras equilibrados, ya os anticipo que esto es por completo imposible, salvo que de alguna forma se reciba energía extra, las distintas geopatías, radiaciones y las propias enfermedades, debilitan en exceso ese campo energético, rompen esa armonía y esto contribuye en gran medida a que nuestro sistema celular e inmunológico se vaya debilitando lentamente, ofrezco en esta web mi pequeña contribución para restablecer esos niveles energéticos a veces tan deteriorados, por los avances tecnológicos y por la evidente perdida de percepción de nuestra mente.
Epifanio Alcañiz
Psíquico
Radiestesista y telerradiestesista
Investigador de las energías telúricas
Restaurador bioenergético
Cocreador energético