INTRODUCCIÓN
El Camino de Santiago es, sin ninguna duda, una fuente de inspiración inagotable. Parece que nada más se pueda escribir sobre él, salvo las propias vivencias de cada peregrino. Muchas son las historias contadas, pero siempre menos que las que duermen en algún rincón del recuerdo. Son tantos los apuntes tomados, tantos los escritos publicados y, sin duda, son muchos más aquellos que nunca serán compartidos.
Al Camino le dan forma sus piedras, sus árboles, sus ríos, sus caminantes, las historias compartidas, las llagas, las madrugadas y tantas pisadas en compañía de otras, siempre sobre los mismos senderos, unos caminos transitados desde tiempos tan remotos que a veces se desdibujan, escondidos en los pliegues de la historia.
¿Peregrinos o caminantes? El tiempo evoluciona, y cambia la percepción de los que comienzan esta aventura. Por alguna razón oculta, muchas personas escuchan la llamada. En realidad, muchos no saben explicar cuál es el motivo exacto que les impulsa a comenzar este viaje. Hace muchos años, la fe guiaba los pies de los peregrinos; el Camino se formó en torno a unos templos que daban cobijo a esos caminantes, que acudían allí en busca del perdón o el cumplimiento de la promesa realizada, la sanación de una enfermedad o cualquier otro proyecto para el que se buscaba la ayuda divina. Siempre hubo una razón y una llamada interior que iniciaba el proceso; además, era necesario que se dieran las circunstancias precisas para eliminar las excusas y que los viajeros partieran con ilusión, soñando con recorrer y poder finalizar ese Camino que, en teoría, habría de propiciar unos cambios, más o menos notables, en sus vidas.
Los tiempos cambian, no hay duda de ello: ya apenas quedan peregrinos, y tampoco hay muchos templos abiertos para recoger sus plegarias. Hemos evolucionado: los peregrinos de antaño han sido sustituidos por los caminantes de hoy; sin embargo, el espíritu del Camino sigue intacto, es como un corazón que palpita y se deja sentir entre las personas que lo recorren; un aliento que viaja en las mochilas y que sigue aportando una fuerza invisible, algo no palpable, pero real, que impulsa a no rendirse y llegar hasta Santiago. Visualizar las torres de su catedral desde el monte do Gozo, atravesar el Pórtico de la Gloria y abrazar, desde su espalda, la imagen del Apóstol, se convierten en metas irrenunciables.
Alguien que, en el momento de escribir estas líneas, yo evoco en mi mente, hace unos años, me dijo: «tienes que escribir un libro sobre el Camino de Santiago. Sería muy interesante que lo hicieras, desde tu particular visión». No me considero escritor, hay mil libros ya publicados sobre el Camino, libros de personas que contaron su experiencia, aportando interesantes consejos sobre las dificultades, las etapas, los albergues, cosas dignas de no perderse… En fin, mi aporte puede parecer poco interesante, porque trata sobre la parte intangible del camino (perdón, del Camino), aquello que no se ve, aquello que tan solo se siente y que permanece inalterable en el tiempo. Este libro deja al descubierto el secreto mejor guardado del Camino. Algo en él te hará sentirlo distinto a los de otros autores. Al recorrer el Camino, utilicé la misma herramienta que antaño utilizaron algunos peregrinos iniciados en los conocimientos ocultos. Se trata de mi percepción, que es similar a la de aquellos iniciados en los secretos telúricos que alberga el planeta, aquellos que construyeron sus templos por todo el mundo, en lugares especiales que solo ellos y pocos más podían detectar. Sembraron el Camino de templos que marcaban dichos lugares, templos que habrían de dar cobijo a la fe del peregrino y que permitirían, tan solo a los elegidos, realizar un camino de conexión iniciática.
Por eso, querido lector, te encuentras ante un libro distinto al resto de los escritos sobre el Camino de Santiago, un libro que desvela la situación de los vórtices energéticos que encontrarás en tu viaje, el secreto mejor guardado. No están todos: por desgracia muchas iglesias están cerradas y el vórtice queda dentro de las mismas, y en otras muchas el vórtice, tras el altar, está inaccesible al viajero, pero no te preocupes, otros sí que están accesibles. Este libro te servirá de guía para que puedas emprender un Camino diferente, para que recuperes tu energía perdida, recargándola etapa tras etapa en esos puntos de unión entre el cielo y la tierra, esos que hacen que la calidad biótica del planeta aún siga siendo aceptable. Amigo, caminante-peregrino, situarte 20 minutos en algunos de estos vórtices, cerrar los ojos y olvidarte del mundo será para tu cuerpo energético algo similar a recibir, en tu cuerpo físico, un relajante baño bajo una cristalina cascada de agua de manantial.
Además, quiero que seas consciente del poder mental que te fue otorgado, posiblemente desaprovechado en tu caso. Si tú iniciaste el Camino con un propósito, cada vez que te sitúes sobre un vórtice, cierra los ojos y repite internamente tu petición con la orden mental de que esta sea ejecutada. No dudes de que te encuentras en el mejor lugar para ser escuchado.
Los milagros existen, no lo dudes, pero, para darles paso, has de desbloquear tu mente de prejuicios. Nuestra mente es el arma más potente de la Creación. Tan solo tienes que creer en ti mismo.
Encontrarás aquí descritos vórtices accesibles y otros que no lo son, y, para compensar las distintas etapas en las que no encontrarás un vórtice accesible donde recargar tu desgastado cuerpo energético, te mostraré también algunos vórtices que no existían antes de mi viaje, en lugares accesibles y de fácil identificación.
Puedes creerlo o no; esa siempre será tu decisión.
EL CAMINO PARALELO
Cuando inicié mi viaje, un viaje planteado con el fin de recoger datos y hacer las fotos necesarias para posteriormente escribir el libro, no pensé en esta segunda parte. La idea surgió en el propio Camino, al ver con tristeza que la mayoría de los templos estaban cerrados, que la Iglesia está poniendo su granito de arena para contribuir a que esta tradición desaparezca —es comprensible—, dado que ya casi no hay peregrinos. Yo he decidido bautizar a aquellos que lo recorren como los caminantes-peregrinos. La fe de antaño ya no existe, al menos no cuantitativamente; sin embargo, el fervor pervive en el tiempo. El nuevo caminante siente la llamada, a veces es impulsado por el deseo de dar un giro en su vida, o por cumplir una promesa que hizo, o, quién sabe, tal vez es impulsado por la necesidad de hacer algo diferente. Sea cual sea el motivo, la Iglesia debería recordar las palabras atribuidas a aquel que fue elegido como icono sobre el que se habría de crear una nueva religión: «Dejad que los niños se acerquen a mí…». Los libros sagrados de cualquier religión nos muestran multitud de metáforas que están ahí para marcar caminos, mensajes que sirvieron en el pasado y que seguirán siendo útiles, sin importar la época; por tanto, en estos tiempos y aplicada al Camino, esa frase debería ser interpretada como «Dejad los templos abiertos, para facilitar que mis hermanos accedan al reino de mi Padre».
El Camino paralelo está formado por una serie de nuevos vórtices que yo particularmente, y a través de la energía pura y creadora de la Fuente, me encargué de ir creando, en el año 2018, a lo largo de mi viaje. Todos ellos están descritos en esta segunda parte. Todos son perfectamente identificables y han sido creados para compensar a los nuevos caminantes por el agravio de esas puertas cerradas, para que puedan recargar un poco su maltrecho cuerpo energético. Lo ideal sería meditar un rato sobre ellos, pero, si esto no es posible, simplemente sitúate sobre el vórtice, cierra los ojos y olvídate de los problemas; intenta, al menos, concederte un pequeño respiro.
INTRODUCCIÓN
Te encuentras ante un libro diferente, no voy a hablarte básicamente sobre los misterios que encierra Madrid, esta, como todas las ciudades guarda una historia, una historia propia, forjada con la vida de sus vecinos y sus edificios en el devenir de los tiempos, no encierra más misterios, intrigas, o pasajes ocultos que otras ciudades, tan solo encierra los suyos, los que el inexorable cincel del tiempo fue labrando es su piedras.
Decía que este libro es distinto, solo porque mi visión es distinta a la del resto, yo no soy un historiador, no lo pretendo, ni tampoco ser la sombra de los que realmente lo son. Sin embargo creo que mi visión será interesante para muchos, ya que el foco de mí mirada no se dirige a lo cotidiano, va un poco más allá, va hacia aquello que no se ve, aquello que reposa en el inconsciente y que tan solo a través de percepciones olvidadas fluye lentamente para dar respuestas a lo que desconocemos.
Posiblemente resulte complicado de asimilar que haya personas que pueden sentir aquello que es intangible, lo que no se ve nos causa temor y sobre todo incredulidad, en la lectura de este libro os encontrareis afirmaciones complicadas de digerir por una mente convencional, no os culparé por ello, yo mismo reconozco lo difícil que ha de resultar, para quien no lo vive como una experiencia propia, el llegar a creer lo que a veces afirmo.
Desde que me descubrí portador de una percepción en general olvidada por el hombre urbanita, me volqué en experimentarla tan a fondo que mi vida desde entonces ha experimentado un sustancial y profundo cambio.
Ya lo sé, no me lo recuerdes, soy consciente de ello, esta percepción (la radiestesia) no está reconocida por la ciencia, no hay pruebas científicas que la avalen. No, efectivamente no las hay, pero sí que hay evidencias, demasiadas diría yo.
Recuerdo que cuando leí el libro de Carl Sagan “El mundo y sus demonios” me impactó, en concreto uno de sus capítulos, el de “un dragón en mi garaje” es muy bueno, yo siempre digo que este capítulo se ha convertido en algo similar a la biblia de los escépticos, o al menos uno de sus salmos, esa tabla que flota en el mar tras el naufragio, esa, a la que intentamos agarrarnos cuando se debilitan nuestras creencias.
No voy a intentar analizar aquí cuales son para mí los errores de ese escrito, ni merece la pena, ni me creo en la obligación de hacerlo, siempre el que escribe tiene la facultad en ese momento de elegir sus propias pautas, yo también lo hago, esto, después será alabado o criticado, pero en ese momento el que escribe es dueño y señor de sus propios pensamientos. Cuando lo leí, no pude por menos que esbozar una sonrisa y pensar: ¡Ostras! Mi garaje está lleno de dragones. Desde ese momento comprendí que había de dedicar una gran parte de mi tiempo en luchar por encontrar evidencias de la existencia de ese dragón, que es invisible, pero real; sin evidencias, todo mi trabajo, mi esfuerzo, se convertiría en carnaza para los escépticos.
Tuve suerte, las encontré. Conseguí momificar animales muertos sobre los vórtices energéticos, sin otro componente añadido que el de su densidad energética, emulé a los antiguos maestros en este conocimiento, que cultivado por la iglesia, enterraban a sus cuerpos ilustres sobre estos mismos vórtices, consiguiendo esos cuerpos incorruptos, que en ocasiones fueron dotados de un halo de santidad por este hecho.
Algunos denominan ego a aquello que nos enorgullece, yo sin embargo considero que el ego (realista) es el motor que nos ayuda a seguir avanzando, sin él, es muy complicado superar las adversidades que surgen en el camino, son mayores los sinsabores que los éxitos, por eso cuando este se alcanza hay que celebrarlo y convertirlo en la motivación que nos mueve.
Soy radiestesista, esa es la percepción a la que antes hacía referencia, con la radiestesia podemos detectar radiaciones y energías que de momento no son detectables por aparatología, además me considero psíquico y a través de la psicoestesia puedo detectar esas alteraciones en la distancia, eso que todos conocemos como telerradiestesia, algo complicado de creer, pero es una realidad, al menos la mía.
Casi la totalidad de los templos, sin importar la religión, fueron construidos sobre un vórtice energético, en el caso de la religión cristiana esta costumbre, tradición, o buen hacer, se mantuvo al menos hasta concluido el siglo XVII. Puedo, primero con telerradiestesia y después con radiestesia detectar estos vórtices, es por eso que consigo encontrar la ubicación de un templo cuando ya hace siglos que fue derruido y su lugar es ocupado por otra construcción, esto se hace viable con esta práctica y esa es mi particular visión y mi aporte al escribir este libro.
Intentaré recrear la historia de esta ciudad, que es la que me vio nacer, a través de sus vórtices y situaré el lugar donde se localizan los de los templos perdidos, derribados y olvidados, para que al pasar por ese edificio de viviendas o por ese trozo de pavimento, recordemos, que en ese lugar, que fue sagrado en algún momento de la historia, existió un templo que fue construido sobre él, por considerarlo el tesoro más valioso del mismo..
No soy historiador, tampoco me considero escritor, aunque me guste escribir, y tan solo me reconozco como aprendiz aventajado de esta milenaria técnica, denominada ahora radiestesia, pido por tanto perdón a aquellos que busquen en mi escrito un fallo en algún dato histórico, o algún error gramatical, no voy a culpar a nadie por prestar atención al grano de arena, pero por favor, no aparten su foco de la montaña.
No tengo ninguna duda, de que mi obra es el mejor libro de radiestesia que se ha escrito en los últimos 50 años es por eso que estoy trabajando en una nueva edición ampliada, corrigiendo aquello que considero pertinente y que editaré yo, principalmente para que mi obra siga vigente, porque entiendo que mis aportes y enseñanzas en este campo seguirán vigentes después de que mi ciclo acabe, este es sin duda uno de mis legados.
EPÍLOGO
LA RADIESTESIA EN EL SIGLO XXI
Han pasado ya 11 años desde aquel momento en que por primera vez sentí la extraña sensación de ver girar el péndulo entre mis dedos sin que yo realizase ningún movimiento consciente para ayudarlo.
No es demasiado tiempo, pero ha sido demasiado intenso, los aportes que he realizado hasta el momento, avalan mi labor. Creo que ha llegado el momento de realizar una valoración sobre la Radiestesia, en qué lugar se encuentra y cuáles son mis impresiones, que no pretenden crear catedra, pero si un poco de orden en el desorden reinante.
Tienes entre tus manos mi primer libro ¿crees que eso me convierte en escritor? No, no lo soy, simplemente plasmo mis experiencias y aportes, pero eso no me convierte en profesional de un oficio. Sin embargo es muy común que alguien que obtiene respuestas con un instrumento radiestésico se considere radiestesista, esto sin duda ha contribuido en gran manera a la depreciación de esta percepción extrasensorial. Hay pocos investigadores que dediquen su tiempo en comprobaciones, así pues, si alguien dijo que hay que quitarse el reloj o no cruzar las piernas al prospectar o realizar una pregunta, nadie comprueba si esto es cierto, ni tan siquiera radiestesistas con más años de profesión que yo, efectivamente nuestros miedos y creencias influyen en el resultado de las respuestas, por eso hay que ofrecer esta información al que llega para que elimine esos prejuicios. Si alguien dijo que la Radiestesia sirve para encontrarlas llaves u objetos perdidos, el que llega nuevo observa que esto no es cierto, pero no mueve nada por cambiarlo, no encuentra la alianza perdida, pero se aventura a predecir cosas más complicadas de comprobar, porque al fin y al cabo la respuesta la aporta el péndulo. Ese es el gran error y la pobre excusa.
El péndulo tan solo es la herramienta, el martillo que golpea el clavo para que este se hunda en la madera, una herramienta, no un oráculo. Es nuestra propia mente la que nos ofrece esas repuestas y ahí reside el verdadero problema.
Soy consciente de que mis palabras resultan crudas a oídos de aquellos que utilizando la radiestesia, viven de los aportes de los demás, tomándolos en ocasiones como propios, sin molestarse en experimentar o tratar de aportar algo por sí mismos. Tengo la certeza de que mis detractores buscan mis errores, que sin duda existen; no me considero perfecto, sigo aprendiendo y evolucionando y siempre estaré abierto a comentarios y críticas de personas que sientan la radiestesia desde donde hay que sentirla, desde el corazón.
Hay quien opina que yo me considero a mí mismo el mejor radiestesista y desdeño el trabajo de los demás profesionales y que pienso que solo yo estoy en lo cierto y los demás no. Pues no es así, se equivoca por completo, simplemente mi visión es distinta, afortunadamente practico con éxito la telerradiestesia y esto me facilita mucho el trabajo, pero no soy mejor que los demás, tan solo me preocupa ser fiel a mis principios e intentar ser honesto y no exagerar deliberadamente mis percepciones, teorías y razonamientos.
La primera conclusión a la que llegué hace tiempo es que los movimientos del péndulo y las varillas, pueden ser controlados por la mente de forma consciente, es por eso que si el radiestesista ve guardar un dibujo en un sobre de varios, el péndulo ante la pregunta marcará el sobre correcto, eso sucede si conocemos la respuesta de antemano o si creemos de antemano que la respuesta ha de ser una en concreto.
Lo más normal es que al menos el 90% de las respuestas obtenidas por alguien que comienza a practicar la radiestesia sean incorrectas, sin embargo podemos con dedicación podemos llegar a obtener respuestas que nos aporta el subconsciente, esas son las que nos interesa encontrar, pero no disponemos de un semáforo que nos diga ante una pregunta si tenemos permiso o capacidad para obtener una respuesta del subconsciente, tan solo la práctica nos aportará esa seguridad, que por desgracia nunca podrá ser completa. Si alguien me pregunta sobre un número entre el 1 y el 10 escrito en un papel oculto y yo al azar contesto que el 5, tengo las mismas posibilidades de acertar que si a través del péndulo obtengo ese u otro número, es decir un 10% y puede ser que alguien tenga esa puerta mental abierta y sea capaz de adivinar ese número en el 90% de los casos, pero opino que esto nada tiene que ver con la radiestesia, aunque podría darse la remota casualidad de que un radiestesista además tenga alguna otra facultad añadida.
Todos no tenemos las mismas cualidades físicas o mentales, para realizar una labor, sea cual sea, en todas las profesiones siempre hay alguien que destaca por fuerza, sensibilidad, inteligencia o simplemente porque tienen acceso a un canal que otros nunca conseguirán abrir. Cada persona ha de buscar el potenciar aquello para lo que está especialmente dotado y en el caso de la radiestesia, además ha de intentar conseguir evidencias que demuestren que está en el camino correcto, nadie puede decir “yo afirmo esto porque es lo que me dice el péndulo” aquí no existe la palabra de Dios, toda percepción está sujeta al error, pero ha de considerarse correcta cuando los aciertos superen el 90%, al menos eso sería lo deseable. Como he citado, el péndulo no nos frece respuestas, tan solo nos ayuda a visualizarlas.
No sirve de nada decir que en un lugar donde se cruzan las varillas hay un vórtice, una vena de agua o una línea Curry, alguna vez habrá que abrir un pozo para comprobar lo del agua; lo del vórtice y las geopatías, es algo más complicado, pero yo he conseguido encontrar evidencias y por eso exijo a aquel que quiera rebatirme algo, que también lo haga y si no conoce el medio yo se lo explico, o que utilice sus propias evidencias si las tiene, pero que no hable por aquello que ha leído y no ha experimentado, me importa poco si lleva 40 años en el oficio, si ha escrito 3 libros sobre el tema, o si en su país le consideran un especialista en la materia.
A mí, el experimentar con estructuras piramidales me ha ayudado mucho, también el biómetro de Bovís como canal o herramienta para tener conciencia de las distintas densidades energéticas, y el hecho de practicar con éxito la telerradiestesia, sin ella posiblemente nunca habría alcanzado a desarrollar algunas investigaciones de las que he realizado, no solo digo que detecto aquellos lugares donde la energía se hace más densa, sino que además he llegado a momificar animales en ellos, pienso que es porque el efecto de esa densidad energética actúa impidiendo que la bacteria responsable de la putrefacción haga su trabajo, yo puedo estar equivocado en el motivo, puede ser por otro factor en el que no intervenga la energía, pero algo es evidente, los lugares que señalo son especiales, porque algo especial sucede en ellos.
He iniciado a las suficientes personas en la radiestesia como para darme cuenta de que aún codificándoles a todos con las mismas premisas no todos detectan las distintas geopatías en el mismo lugar, todos llegan a detectar lo mismo que yo pero unos más atrasados y otros más adelantados. Si llamamos a tres radiestesistas distintos es posible que marquen una línea en un mismo lugar, pero unos más atrasados y otros más adelantados ¿Quién tiene razón? Pues posiblemente aquel que más tiempo ha dedicado a intentar resolver estas y otras dudas. A mí, me preocupaba este tema porque a veces unos pocos cm. cobran una importancia especial, necesitamos estar seguros de ello y por eso aquí también necesitamos buscar una evidencia que nos clarifique la respuesta.
Hay una prueba que puede aportar esa evidencia para comprobar si estamos en un error y poder salir del mismo. Volvamos con la estructura piramidal, si la colocamos en un lugar neutro de 7600-7800 UB y bien orientada conseguiremos unos niveles en su interior de 11000-11200 UB, suficiente como para deshidratar en su interior un filete de carne magra en menso de siete días, pero si ponemos la estructura sobre una geopatía lo suficientemente agresiva esto no sucede, si la pongo sobre un cruce de línea Hartmann de primer orden y una línea Curry, donde los niveles pueden ser de unas 5000-5200 UB, con la estructura puede subir hasta unas 6500 UB aproximadamente, pero evidentemente esto no es suficiente como para conseguir que el filete se deshidrate, esto os mostrará si el lugar marcado es una geopatía o estamos fuera de la misma.
Yo, ya hice mis deberes, ¿Me pregunto si aquellos que me cuestionan también los hicieron? ¿A que esperan?
Así pues, en pleno año 2015 nos encontramos en un punto de difícil retorno o evolución, los zahories saben que pueden detectar el agua subterránea con facilidad, con un margen de error inferior al 10%, aun sin saber qué es lo que le hace encontrarla, los nuevos libros sobre Radiestesia suelen ser recopilaciones de lo que ya se escribió hace 50 años, con pequeños aportes poco significativos o erróneos en muchas ocasiones, son escasos los radiestesistas que se preocupan de investigar sobre lo que detectan, los que llegan nuevos en principio suelen creer que todas las respuestas que obtienen son verdaderas, muy lentamente se van dando cuenta de que no suele ser así pero en algunos casos se cierran, negándose las evidencias. Han surgido nuevos conceptos que ayudan a desvirtuar o confundir la visión sobre la Radiestesia, geobiología, domoterapia o medicina del hábitat, etc., yo no estoy en desacuerdo con estas nuevas técnicas, pero si alguien incluye en sus prospecciones la radiestesia que por favor se exija a sí mismo una profesionalidad que en demasiadas ocasiones suele brillar por su ausencia.
Ante el caos reinante, a todo el que realmente se preocupa de investigarlo, se le mira con recelo, a nadie le gusta que le pongan el dedo sobre la llaga y le evidencien sus errores, los mismos que se niega a aceptar, a día de hoy son muchos los radiestesistas y geobiólogos que se sienten inseguros al detectar la Red Curry, por eso no la incluyen en sus prospecciones y prefieren catalogarla como no nociva, no es así como yo lo percibo, esta red es… escurridiza, un poco más complicada que la Red de Hartmann, hay mucha teoría sobre ella, pero en general poca práctica.
Existen en el mercado multitud de objetos, supuestos armonizadores que eliminarán las geopatías de nuestro hogar sin el esfuerzo de mover los muebles, sin duda en un negocio mucho más lucrativo, pero ineficaz, de momento no conozco nada que elimine por completo una geopatía. Invito a todo aquel que oferte un supuesto armonizador a que lo someta a una prueba ciega, yo me ofrezco a testar gratuitamente un lugar en el que ignore si hay algún elemento que elimine las geopatías, siempre que esto se haga en público para que ese elemento salga evidenciado o reforzado ante el examen.
Realmente es un panorama desolador, lo que de verdad se me pasa a veces por la cabeza es dar la vuelta, mirar para otro lado y abandonar una lucha que suele estar llena de muchos sinsabores y pocas alegrías.
Aun así, hoy por hoy sigo adelante con el reto de situar la Radiestesia en el lugar que entiendo ha de ocupar, es una percepción que nos ayuda a detectar energía y radiaciones, también a resolver algunas incógnitas, pero solo algunas, no todas.
A veces me queda la sensación de que ya he llegado mucho más lejos de lo que se me pedía como camino de vida, pero seguiré aprendiendo mientras me quede fuerza para hacerlo, porque la radiestesia forma parte de mí.
No reconozco a nadie como maestro en esta percepción, ni de los que la practican actualmente ni de los que lo hicieron en siglos anteriores, muchos dedicaron su vida a ello, la vivieron con la misma intensidad que yo la vivo o posiblemente más y nos ofrecieron unos aportes que han sido la base de los que continuamos por ese camino, los que creemos en las posibilidades de este campo debemos agradecerles su esfuerzo, sentaron unas bases que nos marcan un camino a seguir, pero sigo pensando que nadie tiene todas las respuestas, aún quedan muchas por resolver; nos encontramos en pañales ante un conocimiento ancestral.
La radiestesia es sin duda, una percepción olvidada.
Siempre he dicho que no hablo ni escribo para convencer a nadie de nada, cada cual ha de ser responsable de sus actos y de sus creencias, solemos ser bastantes selectivos con aquello sobre lo que queremos creer, mi trabajo, el que yo mismo me asigno, es el de informar sobre aquello en lo que creo y práctico, para que aquellos que me siguen cuando menos tengan otro punto de vista y puedan sacar sus propias conclusiones. Tan solo eso.
Siempre he sido consciente de que moriré siendo un simple aprendiz de radiestesista y así es como me gustaría ser recordado por aquellos que considerando interesante alguno de mis aportes decida seguir investigando sobre ellos.
Madrid 11/11/2015
Ha llovido desde que escribí estas líneas, ahora tengo más respuestas, ahora conozco la razón que me ha hecho llegar un poco más allá, por eso quiero volver a leer mi obra, corrigiendo lo escrito para publicarlo de nuevo.
Madrid 20/02/2021