Mucho es lo escrito sobre todo aquello relacionado con la llamada Energía Sutil (existen otros muchos nombres que la definen) esa fuerza invisible que tan fuertemente vinculada estuvo, está y seguirá estando con nuestra existencia.
Esa energía que nuestros antepasados supieron percibir y de la cual dejaron constancia a través de construcciones que nos muestran el respeto de nuestros ancestros por aquellos lugares donde sabían que esta energía se hacía mucho más densa, más notable y más beneficiosa. Construyeron sus templos sobre estos lugares, realizando para ello titánicos proyectos, esfuerzos que aún hoy arrojan muchas sombras.
Entones no existía la ciencia, nuestros ancestros se apoyaban en sus percepciones, en ese sexto sentido, mucho más agudizado que el que ahora portamos en estado residual. La radiestesia es una percepción y como todas las percepciones que permanecen latentes en nuestro inconsciente es necesario que sean reactivadas, solo a través de la práctica conseguiremos alimentas esta percepción olvidada.
La ciencia aún no ha conseguido desentrañar el misterio, aún no ha podido crear una máquina capaz de detectarla. Por tanto la Energía Sutil, sencillamente, no existe para la ciencia.
Hace poco más de 100 años los Rayos X, también eran ignorados por la ciencia, tuvo que llegar el físico Wilhelm Conrad Röntgen y conseguir en 1896 fotografiar los huesos de la mano de su esposa Berta, con el anillo flotando sobre estos, fue la primera imagen radiográfica del cuerpo humano y desde entonces sí que existe esta radiación para la ciencia. Sin embargo, no hay duda de que esta radiación ya existía antes de que la ciencia aceptara su existencia.
Vórtices energéticos o puntos de poder, tantas veces mencionados como desconocidos. Invisibles columnas de energía que posiblemente atraviesan nuestro planeta.
Muchos son los que aseguran verlos físicamente, unos dicen sentirlos, otros dicen captarlos y muchos más hablan de ellos con la simple autoridad de lo que han leído, pero pocas veces de lo que han experimentado o sentido.
Llevo años buscando esa prueba que me confirme la certeza de lo que percibo, por suerte existe y finalmente la encontré: Se trata de la momificación inducida por la densidad bioenergética, la respuesta al por qué la materia se deshidrata en aquellos lugares con una alta concentración bioenergética, tiene una lógica aplastante, pero en esta lógica no interviene para nada la ciencia, tan solo una percepción extrasensorial: la radiestesia.
Intentaré explicarme:
El Biometro de Bovis es una simple escala dibujada sobre un papel, las unidades Bovis (UB) una unidad comparativa abstracta que solo existe en el inconsciente del radiestesista. Con el Biometro, la sensibilidad radiestésica suficiente y con la ayuda de un péndulo se puede medir la calidad biótica de lugares, personas, animales, plantas, materia, formas, etc. las variables de estas medidas permiten crear unos patrones o rangos comparativos para poder evaluar.
Así pues y siguiendo estos patrones, la tierra tiene una calidad biótica o vibración energética en los lugares neutros, o no alterados telúricamente, que es variable según las zonas, pero que suele oscilar entre las 7000 y 8500 UB.
Las personas teóricamente sanas, también deberían mantener sus niveles energéticos dentro del rango de 7000–8500 UB, los animales mantienen unos rangos similares, pero los insectos y los microorganismos, hongos, virus, bacterias, etc., mantienen un rango inferior, 4000–4500 UB. Siempre he mantenido la teoría de que cuando el nivel energético de una persona baja por debajo de los límites normales es cuando comienzan las enfermedades, todo guarda relación, una persona afectada por un cáncer, no suele vibrar por encima de las 3500-4000 UB como nivel energético general, si vamos más allá, nos encontraremos con algún chacra bloqueado total o parcialmente que casi siempre suele coincidir con la zona afectada y si medimos el nivel energético del órgano afectado, podemos encontrar un nivel entre las 600 y las 1500 UB. Es el pez que se muerde la cola, a menor nivel energético, mayor actividad vírica o bacteriana, nuestro cuerpo se convierte en un excelente caldo de cultivo para cualquier microorganismo, por el contrario cuando más alto es nuestro nivel bioenergético, menor actividad vírica; nuestro sistema inmunológico se suele encontrar en mejor forma y los microorganismos menos activos ya que los niveles altos de energía frenan su actividad.
Según esta teoría y considerando a una bacteria como responsable de la putrefacción, si mantenemos un trozo de carne con unos niveles energéticamente aceptables durante un tiempo, se debería conseguir ralentizar el proceso.
¿Y si en vez de ser aceptables son altos?
Mis primeros experimentos fueron con el trisquel, ¿alguien no sabe que es un trisquel? Pues es un símbolo, sagrado para muchas culturas, para algunos investigadores un símbolo funerario porque se encontraba en muchas estelas destinadas a este fin. Es una forma, una especie de hélice de tres alas, aunque existen muchas variantes, la cruz gamada es una de ellas, quizás los trísqueles más conocidos sean los de la cultura celta, hay quien dice que los druidas los usaban para combatir la fiebre y para desinfectar heridas. Estoy convencido de ambas cosas se pueden conseguir con el trisquel, yo lo he utilizado con resultados óptimos en heridas, consiguiendo cerrarlas limpiamente en menos tiempo.
Hace ya un tiempo descubrí que con una simple fotocopia de un dibujo, en este caso un trisquel encerrado en un círculo, se puede deshidratar o momificar un pequeño trozo de carne que no sea muy grueso, este fue el primer eslabón de una larga cadena de experimentos.
Existen formas bidimensionales que tienen la propiedad de aumentar la densidad energética en su área de acción, la espiral, la estrella, el trisquel, el círculo, estas dos últimas formas unidas, siempre y cuando no sean colocadas sobre una geopatía, arrojan unos valores que suelen superar las 9000 UB, a veces suficiente como para detener el proceso de la putrefacción.
Regresemos de nuevo a los vórtices energéticos, si soy capaz de medir la energía, si detecto estos puntos, si los más comunes arrojan unos niveles de 13500 UB, si además los hay de 19500 y 24500 UB, y existe otro menos común, de 33000 UB, aparte de otros menores llamados Puntos de Meditación en los que se obtienen registros de 9500, 10500 y 11500 UB, ¿por qué no hacer la prueba sobre alguno de ellos?, por qué no enfrentarme a mis fantasmas y convertir la teoría en regla, la percepción en confirmación.
No obtuve los resultados positivos a la primera, he de reconocerlo, antes de establecer unos parámetros son necesarias muchas pruebas variando los componentes, por desgracia para mis primeros ensayos siempre elegí la época estival, pensé en las bacterias y desdeñé los insectos, que proliferan en esta época e intervienen de forma negativa, el calor tampoco ayuda ya que es un potente activador del proceso.
Algo fallaba, conseguía una momificación parcial, deshidratación en la parte superior y al final aunque con retraso aparecían unas larvas que arruinaban mi proyecto, hasta que descubrí que las moscas tenían mucho que ver, unos altos niveles energéticos no favorecen a ningún insecto pero están habituados al medio y la soportan al menos por un tiempo, las moscas u otros insectos depositan sus larvas sobre la carne muerta y esta es su fuente de alimentación.
En invierno no he tenido ningún problema, he momificado animales sobre aquellos lugares donde digo que hay una mayor densidad bioenergética; en verano también he conseguido resultados positivos, pero solo si consigo preservar mis experimentos de la acción de los insectos y una temperatura elevada.
Así pues tengo la certeza comprobada de que allí donde detecto estos vórtices suceden hechos paranormales, como lo es la no putrefacción de carne, aunque existen más coincidencias, aquellos lugares donde hay apariciones de espíritus o espectros, o psicofonías, también se suelen dar en los alrededores de de alguno de estos vórtices, al igual que las apariciones marianas concreta y repetidamente junto a los vórtices en sentido levógiro, los que penetran en La Tierra.
En la gruta de Lourdes, justo delante de donde se supone que la virgen se apareció a Bernadette hay un vórtice de 24500 UB, también lo hay en Fátima, otro en Montserrat , en el santuario de Ntra. Sra. de La Encina en Álava, con dos vórtices de 24500 UB, en el de Guadalupe en Cáceres con dos de 19500 UB y podría decirse que en la totalidad de los santuarios, al menos lo hay en de todos los de España que he visitado. Pero esto no es todo, los lugares donde los avistamientos de ovnis suelen ser comunes, curiosamente también se dan en zonas donde existen vórtices energéticos, Montserrat y Montsegur con sendos vórtices de 24500 UB y así un largo etc., prefiero en este caso no aventurar hipótesis.
Los vórtices energéticos son en todos los casos invisibles columnas de energía de aprox. 60 cm. de diámetro que en unas ocasiones giran en sentido levógiro, penetrando en la tierra y giran en sentido dextrógiro, cuando emergen de la misma. Los vórtices de mayores registros, es decir los de 19500, 24500 y 33000 UB tienen varias particularidades, una de ellas es que siempre se dan en la vertical de una vena de agua y otra que generan a su alrededor un campo energético de forma octógonal, que yo he bautizado con el nombre de octógono radiante.
Estos vórtices fueron muy apreciados desde tiempos remotos y prueba de ello es que para sus construcciones sagradas utilizaron estos lugares, en distintos puntos del planeta, por tribus de distintas razas y culturas que aparentemente no pudieron tener contacto entre sí.
Prácticamente todos los menhires fueron situados en un vórtice de 19500 o 24500 UB, todos los dólmenes, al menos los que yo he prospectado, contienen un vórtice en su interior, en la totalidad de las iglesias, ermitas y catedrales del Medioevo, encontraremos uno o varios de estos vórtices. En Galicia la mayor parte de los cruceros o cruceiros, que no han sido trasladados a un parque y que aún se mantienen en su lugar de origen están situados sobre un vórtice de 13500 UB, algunos están en los alrededores de una iglesia, algo normal, porque esta la construyeron sobre el vórtice mayor y en ocasiones hay alguno menor en las inmediaciones, otros están aislados en cruces de caminos, quiero entender que el camino surgió de la senda trazada por aquellos que acudían a ese lugar especial. Existen cruceros en muchos lugares de la geografía española, pero en la zona de Galicia la mayoría están situados sobre un vórtice.
Lugares de poder; una gran mayoría de investigadores atribuyen esta cualidad a un lugar, pero tan solo por las referencias históricas como lugar de culto, sin saber con exactitud en significado de este nombre. Lugar de poder no es aquel donde hay un vórtice, ya digo que prácticamente la totalidad de los templos del Medioevo lo tienen, pero eso no los convierte en un Lugar de poder, tampoco lo hace la arquitectura sagrada como otros afirman y la prueba irrefutable de que se equivocan está en el hecho de que en las ruinas de cualquier templo, allí donde a veces solo quedan los cimientos y en otras ni eso, la energía sigue brotando por sus vórtices, que siguen en el lugar donde siempre estuvieron, contemplando impasibles las construcciones que los hombres ponen sobre ellos.
Un Lugar de poder es aquel donde se dan al menos dos vórtices de igual densidad con poca separación entre ellos, generando un campo variable en dimensiones donde también se eleva la densidad bioenergética, es decir, aquellos lugares donde los niveles suben por encima de las 8500 UB por el efecto que varios vórtices ejercen sobre la zona, creando un campo ovalo energético de dimensiones variables, alcanzando en ocasiones especiales casi un Km. de diámetro.
Alteraciones telúricas; son aquellas que hacen que hacen que los niveles medios de energía se alteren hacia arriba y hacia abajo, trasmitiendo esta variación a nuestro propio nivel bioenergético, cuando pasamos mucho tiempo sobre lugares alterados. Conocemos como geopatías las alteraciones que resultan nocivas para nuestra salud y como vórtices energéticos a las alteraciones que aportan una mayor densidad bioenergética
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